No se puede separar la autoridad de Cristo y la autoridad de la Biblia. Escuche al Hijo de Dios en Sus propias palabras:

¿Cree Realmente En La Autoridad De La Biblia?

¿Cree Realmente En La Autoridad De La Biblia?

Pocos quieren hablar de ello hoy en día y aún menos lo entienden. Sin embargo, toda la vida se reduce a una pregunta: ¿bajo qué autoridad viviremos? El mundo está lleno de un espíritu de rebelión, pero incluso muchos creyentes no parecen entender que la vida debe vivirse bajo la autoridad divina. Un cristianismo definido por emociones, experiencias y enseñanzas extrabíblicas es prueba de que hemos olvidado el principio de la autoridad bíblica. La autoridad no soy yo. La autoridad no es un hombre. La autoridad es la revelación divina.

El fundamento de nuestra fe es la Palabra de Dios.

El fundamento de nuestra fe es la Palabra de Dios. Sin ella, no tenemos nada que sostener ni nada que decir, pero en la Palabra tenemos todo lo que necesitamos. Jesucristo, en su oración sumo sacerdotal por sus discípulos, dijo: “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad” (Juan 17:17). Si quieres seguir a Jesús, entonces debes seguir las Escrituras.

Por eso tanto la Palabra Viva, el Señor Jesús, como la Palabra escrita, las Sagradas Escrituras, son referidas como nuestro “fundamento”. El Apóstol Pablo escribió que la iglesia misma está edificada sobre Cristo, “Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo (1 Corintios 3:11). Y en otro lugar habló de las enseñanzas fundamentales dadas a través de la Escritura: “Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo” (Efesios 2:20).

Dios nos ha dado un Cristo perfectamente suficiente y unas Escrituras perfectamente suficientes: no hay persona como Cristo ni libro como la Biblia. La Palabra viva y la Palabra escrita coinciden completa y perfectamente en expresarnos a Dios. Son la revelación de Dios al hombre y el recurso de Dios para toda necesidad.

No se puede separar la autoridad de Cristo y la autoridad de la Biblia. Escuche al Hijo de Dios en Sus propias palabras: “Escudriñad las Escrituras, porque en ellas pensáis que tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí” (Juan 5:39). Si la gente necesita a Jesús, ¡entonces la gente necesita la Biblia!

Mientras predico y enseño la Palabra de Dios semana tras semana en diferentes entornos y a una variedad de audiencias, recuerdo que el poder está en la autoridad de las Escrituras. No en mi voz. No en mi experiencia. No en mi capacidad de articulación. Ni en mis ideas. La gente, y los predicadores, necesitan la Palabra de Dios.

¿Cómo se aplica esto a la vida cotidiana?

  1. Cree en la autoridad de la Biblia. Determinese a dejar que la Palabra de Dios guíe su toma de decisiones y su dirección. Afirme en su corazón que las Escrituras son más que suficientes.
  2. Permita que la Biblia hable por sí misma. En vez de traer sus ideas preconcebidas o la interpretación de otra persona a las Escrituras, averigüe lo que dice la Palabra. Escudríñela. Estúdiela. Háblele al Autor. En las palabras del himno de William Cowper, “Dios es su propio intérprete, y Él lo aclarará.”
  3. No añada ni quite nada a lo que dice la Biblia. La última página de las Escrituras da esta advertencia final (Apocalipsis 22:18-19). No puedes añadir nada a la perfección y no debes quitar nada.
  4. Depende de la suficiencia de las Escrituras para tus propias necesidades y las necesidades de los que te rodean. Cada pregunta, lucha y situación debe llevarnos a la Biblia. ¿Qué dice Dios al respecto? ¿Cómo quiere el Señor que respondamos? Esto no es teórico, es intensamente práctico.
  5. Sométase a todo lo que se dice claramente en las Escrituras. Una vez que hayamos encontrado la intención de Dios, debemos obedecerle. Vivir bajo la autoridad de la Biblia es más que escuchar sermones o decir “Amén” a alguna declaración de fe. Es someterse consciente y deliberadamente a la dirección de Aquel que escribió Su voluntad en blanco y negro.

Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia: A fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16-17).


Autor: Scott Pauley